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¿Cómo podemos encontrar el camino hacia un futuro positivo?

Ya sea con los vuelos espaciales, la medicina o las energías renovables, seguimos viendo avances que podrían aportar enormes beneficios al mundo. El progreso es una fuerza motriz de la humanidad, pero ¿qué significa realmente esa palabra “progreso” y qué rol debemos desempeñar?

21 febrero 2022 |

Podríamos preguntar a las grandes mentes que trabajan en la ciencia, la tecnología y las artes en todo el mundo, y todas ellas tendrían su propia forma de explicarlo. Sus experiencias y aspiraciones influirán en sus explicaciones; por eso me gustaría ofrecer la mía.

Una perspectiva diferente

Una de las ventajas de ser astronauta y comandante de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) es que he tenido la suerte de orbitar el mundo unas 2.600 veces. La primera vez fue una experiencia abrumadora. Después de un tiempo, empecé a ver el mundo de forma diferente. Empecé a verlo como un lugar compartido. Ver el mundo entero en 90 minutos desde la ISS, y luego verlo una y otra vez, ofrece una perspectiva única de nuestro planeta y de la experiencia compartida de la propia humanidad.

Vivimos en una época única. La humanidad nunca antes había tenido tal conciencia informativa no solo de sí misma, sino de un panorama más amplio. Ahora tenemos conocimiento de las culturas de todo el mundo, de nuestra biología, del medio ambiente, de nuestro planeta… del universo. La mayor parte de esta conciencia puede atribuirse al progreso tecnológico que estamos haciendo como especie. Al mismo tiempo, la naturaleza de las personas, como individuos, no ha cambiado mucho en miles de años. Nuestros antepasados probablemente se levantaban por la mañana con pensamientos muy similares a los nuestros. Probablemente tenían objetivos similares: hacer algo significativo, cuidar de su familia y contribuir a su comunidad, estar atentos a su entorno para mantenerse seguros y perfeccionar sus habilidades. Por supuesto, probablemente tenían otros objetivos que no eran tan pacíficos o constructivos.

Cuanto más te acercas, menos ves

La combinación de un desarrollo tecnológico cada vez más rápido y una naturaleza humana relativamente estable, creo que puede haber creado cierta confusión para todos nosotros. Permítanme demostrarlo con dos ejemplos. En primer lugar, en 2020 apareció en las noticias un hecho bastante sorprendente: cada vez hay más gente que tiene una arteria que antes no tenía. Lo sabemos gracias a que los científicos han podido observar la evolución humana en tiempo real. No se trata de una pequeña diferencia genética, sino de un cambio (presumiblemente) a nivel de especie en nuestro sistema cardiovascular. Esto nos sorprende, porque tendemos a ver el mundo en el contexto de nuestra vida. El simple hecho de reconocer que hay cosas que suceden fuera de nuestro campo de influencia y en periodos de tiempo mayores a los de nuestra propia vida, es bastante difícil. Actuar sobre esta información es casi imposible.

En segundo lugar, está la noción del genio solitario que, en algunas culturas, tendemos a glorificar. Una persona que, supuestamente, ha ayudado a la humanidad a progresar por sí misma. Un científico brillante o un empresario exitoso son los ejemplos más evidentes. Sin embargo, a menudo olvidamos que siempre hay un contexto más amplio: todo el conocimiento en el que se basan. Olvidamos que nadie hizo realmente avances significativos sin conocer el trabajo de otros antes que ellos. Nadie se dio a luz a sí mismo, ni se amamantó a sí mismo, ni cambió su propio pañal. Nadie construyó por sí solo las infraestructuras que le rodeaban, las redes eléctricas, las carreteras, las casas o la tecnología. ¿Quién “creó” el fuego o inventó la ropa? Salir de esta perspectiva estrecha e individualista es muy difícil.

Un espada de doble filo

Nuestro progreso tecnológico es un arma de doble filo: ofrece tanto amenazas como oportunidades. De nosotros depende la dirección que tomemos. Hace algún tiempo, en una ladera seca de África, los arqueólogos encontraron unas piedras en el suelo. Uno de nuestros primeros antepasados se había puesto en cuclillas, golpeó una piedra y creó un borde afilado. Este filo podría haberse utilizado para cortar carne o para abrir algún tipo de fruta, mejorando la calidad de vida del usuario. Por supuesto, también podría haber sido un arma. Incluso con esa primera piedra con forma, la tecnología tiene aspectos buenos y malos. La tecnología, por su propia naturaleza, es un gran facilitador para mejorar la calidad de la vida humana, pero también puede utilizarse con fines destructivos. Al igual que nuestros antepasados, debemos ser siempre conscientes del uso que hacemos de las tecnologías. ¿Cómo estamos permitiendo que den forma a la salud colectiva general del futuro de todos nosotros? La tecnología nos da esa opción.

Parados sobre los hombros de gigantes

¿Cómo podemos encontrar el camino hacia un futuro positivo? En mi opinión, un buen comienzo sería reconocer que somos los afortunados receptores de la contribución de innumerables personas que nos han precedido. Nosotros sólo somos el siguiente grupo de personas que tiene la suerte de contar con ese legado de logros. Esperemos que podamos elevar el listón un poco más, hacer avanzar la tecnología un poco más y dar a las siguientes generaciones una oportunidad ligeramente mejor que la nuestra. Al fin y al cabo, la historia de los vuelos espaciales no es sólo Davinci, los hermanos Wright, Tsiolkovsky o Goddard. Son las alas, las hélices, el motor de combustión, los cohetes y la ambición compartida de liberarse de las limitaciones de la gravedad.

Construir una sociedad en la que podamos prosperar como individuos es crucial, porque eso es lo que hace posible criar a la siguiente generación, pero al mismo tiempo tenemos que crear un entorno de colaboración y una ambición común para lograr objetivos más grandes que nosotros. ¿Cómo podemos contribuir a cambiar la tecnología, o la forma de verla, o la forma de educar a nuestros hijos, para que nos dé una mayor oportunidad en el futuro, no sólo de supervivencia, sino de un futuro más brillante en el que las personas puedan desarrollar su verdadero potencial?

¿Cómo podemos contribuir, a nuestra pequeña manera, utilizando nuestras capacidades individuales para influir positivamente en los demás? Si podemos hacer de eso nuestro mantra, entonces tal vez podamos cambiar nuestros objetivos particulares en cierta medida y ponernos a trabajar para hacer realidad cosas imposibles. Ese es el primer paso, tras el cual podemos empezar a incorporar lo imposible a la realidad de las vidas normales y hacer que sea beneficioso para todos los que están en este planeta (o fuera de él). Esto es lo que creo que significa el verdadero progreso humano.

Autor:

Chris Hadfield, astronauta, ingeniero, piloto, y autor de cuatro bestsellers internacionales

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