Tomando en consideración que tienen una dieta radicalmente diferente, los investigadores se preguntaron si las abejas buitre tendrían un microbioma intestinal diferente al de sus homólogas vegetarianas. Para investigarlo, el equipo instaló en lugares del norte y el sur de Costa Rica estaciones de cebo que contenían trozos frescos de pollo crudo suspendidos de ramas y untados con vaselina para disuadir a las hormigas.
Los cebos lograron atraer a las abejas buitre y a otras especies afines que se alimentan de carroña y el equipo observó que los insectos utilizaron las pequeñas cestas de sus patas traseras que las abejas sin aguijón utilizan normalmente para recoger el polen para almacenar carne en su lugar.
El equipo comparó a las abejas buitre, que se alimentan exclusivamente de carne, con otras abejas sin aguijón que se alimentan tanto de carne como de flores y con las que solo comen polen. Los resultados mostraron que los cambios más extremos en la microbiota intestinal tuvieron lugar en las abejas buitre.
"El microbioma de las abejas buitre está enriquecido en bacterias a las que les gusta un ambiente acídico, que son bacterias nuevas que sus parientes no tienen. Estas bacterias son similares a las que se encuentran en los buitres reales, así como en las hienas y otros animales que se alimentan de carroña, presumiblemente para ayudar a protegerlos de los patógenos", explicó el doctor McFrederick.
"Me parece una locura que una abeja pueda comer cadáveres", afirma Maccaro.
McFrederick está de acuerdo y añade: "Se pueden hacer muchos descubrimientos interesantes a partir de las cosas raras que hay en el mundo. Aquí hay mucha información sobre los resultados de la selección natural".