Ernestina Sucre, Otilia Arosemena, Esther Neira, Thays de Pons, Amelia Denis y Matilde Obarrio son algunos de los nombres de mujer que identifican importantes vías capitalinas en Panamá, próxima a cumplir 500 años.
21 julio 2019 |
Llama la atención que en una sociedad calificada por muchos como de machista, donde los casos de feminicidio van en aumento, unas 45 calles y avenidas tienen nombre de damas, muchas de ellas figuras ilustres en la historia de la nación istmeña.
Solo en el corregimiento de San Francisco, uno de los más populosos, sobresalen cuatro, entre ellas Matilde Obarrio, quien en 1917 fundó la Cruz Roja Nacional, tras una serie de desastres naturales que dejaron sin protección a muchas personas.
Otra de las intersecciones es Esther Neira, la primera fémina nombrada inspectora general de Enseñanza Secundaria, que promovió la educación superior para las mujeres.
Con una rica vida política, esta destacada docente fue la única diputada nacional a la tercera Asamblea Nacional Constituyente, celebrada en 1945, y además, luchó por conquistar el voto de las panameñas.
Pero en este entramado de asfalto también se cumple la máxima de 'juntos para siempre'. Fe de ello es Elida Diez, esposa del banquero panameño Ramón Arias Feraud, cuyos nombres llevan la avenida principal y una de las vías del reparto El Carmen para perpetuar el amor eterno de la pareja.
Otra ilustre panameña que dejó su impronta en el corregimiento capitalino de Bella Vista es la educadora Otilia Arosemena, quien en 1954 se convirtió en la primera mujer decana del país, al ser elegida como tal en la Facultad de Filosofía, Letras y Educación de la emblemática Universidad de Panamá.
Presidenta fundadora de la Asociación de Mujeres Universitarias en 1940, Arosemena fue la primera ciudadana istmeña elegida por seis años como miembro del Consejo Directivo de la Unesco en 1962, organismo en el que trabajó a diferentes niveles por más de 20 años.
El heroísmo de Thays de Pons, quien murió a manos de unos ladrones por defender la vida de sus dos hijos, también fue perpetuado en una de las calles del tradicional reparto El Cangrejo, gesto que hoy agradece la familia.
En Obarrio, una de las áreas residenciales más exclusivas de la urbe capitalina, una señal vial recuerda a Ernestina Sucre, la poeta y educadora conocida por ser la creadora del Juramento a la Bandera, el mismo que se recita desde 1959 en todas las escuelas cada lunes, antes de cantar el himno nacional.
La primera fémina en publicar sus versos en el país, Amelia Denis, también tiene su arteria en el emblemático Cerro Ancón, el lugar más alto de la ciudad, donde ondea una gigantesca bandera nacional a la entrada del canal interoceánico.
Su composición más conocida, Al Cerro Ancón, la escribió la última vez que visitó su tierra en 1906, cuando viajó desde Nicaragua para ver a su hija mayor Julia y a sus hermanas Matilde y Mercedes, y vio con dolor a su querida patria en manos extranjeras.
Pero tal vez, el nombre más impactante es el de la calle que recuerda la muerte de la bebé de seis meses Maritza Ávila Alabarca a causa de problemas respiratorios, mientras su vecindario era bombardeado con gases lacrimógenos durante los acontecimientos del 9 de enero de 1964.
Activa protagonista de las luchas por conquistar la soberanía del país y el control de la ruta marítima fue la diputada Thelma King, cuyo nombre identifica a una de las vías del reparto La Boca.
Así, entre cientos de calles, menos de la mitad con nombres de mujer, discurre el trazado de esta urbe capitalina, cuyas arterias también guardan historias difíciles de olvidar.