Según el estudio, el 78% de los participantes nunca experimentaron descontento con su sexo. Alrededor del 19% se volvieron más contentos con el tiempo, mientras que solo el 2% se volvió menos contento.
El estudio también reveló que los participantes cuyo malestar con su sexo biológico fluctuaba con el tiempo, ya sea aumentando o disminuyendo, tenían más probabilidades de informar menores niveles de autoestima y enfrentar más problemas de comportamiento y emocionales.
También encontró que los participantes que tenían una orientación sexual no heterosexual tenían más probabilidades de informar niveles fluctuantes de malestar sobre su sexo durante la adolescencia y la adultez temprana.
“La insatisfacción de género, si bien es relativamente común durante la adolescencia temprana, en general disminuye con la edad y parece estar asociada con un peor autoconcepto y salud mental a lo largo del desarrollo”, explicaron los investigadores en un resumen del informe.
Mary Rice Hasson, directora del Proyecto de Persona e Identidad en el Centro de Ética y Políticas Públicas (EPPC, por sus siglas en inglés) de Washington D.C. (Estados Unidos), dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que el estudio confirmó “lo que la mayoría de los padres saben intuitivamente”.
“Un niño que experimenta descontento acerca de su cuerpo en desarrollo, o la perspectiva de madurar hasta convertirse en una mujer o un hombre, tiene una abrumadora probabilidad de superar esos sentimientos, sin intervención”, sostuvo Hasson.
“La pubertad no es una enfermedad, es un proceso natural de crecimiento. A veces es incómodo, pero, como muestra el estudio, el malestar disminuye con el tiempo”, agregó.
En los Estados Unidos y en toda Europa, la prescripción de medicamentos para personas “trans” y la disponibilidad de cirugías de “cambio de sexo” para menores se han convertido en un tema importante de debate. Tales prescripciones y procedimientos para niños están prohibidos en casi dos docenas de estados pero siguen siendo legales en más de la mitad de los estados.
Hasson expresó preocupación de que los consejeros estén presionando a los padres para que proporcionen estos medicamentos y procedimientos que cambian la vida de sus hijos, cuando todo lo que ellos necesitan es tiempo para sentirse más cómodos con sus cuerpos.