Las personas más inteligentes, dado un número mínimo de interacciones, son más felices cuánto menos socializan.
Las mujeres y los hombres se enamoran de manera distinta, ellas lo hacen mediante el olfato porque así detectan a los mejores candidatos desde una perspectiva biológica, de los genes y la inmunología, mientras que ellos lo hacen mediante la vista como un proceso lúdico y egocéntrico, señala la UNAM.