28 noviembre 2017
Recién regresando a Panamá, en el 2010, participé en una competencia internacional de chefs, en el marco del Congreso Internacional de Alta Cocina (CIAC). Un grupo de jurados locales, chefs reconocidos, dueños de restaurantes, nacionales y extranjeros, más una chef "celebrity" mexicana invitada. En este concurso y tras bastidores, se estaba gestando la trampa de no darle el premio a Panamá (o sea a mí), porque se iba a ver deslucida la competencia al ganarla el país anfitrión en su primera edición. Palabras más, palabras menos, colegas que luego se convertirían en compañeros y "hermanos-socios", pedían que el premio fuera para Guatemala o para Chile, hasta que alguien con verdaderos valores, se plantó y dijo que para qué había reglas, sino se iban a cumplir... y que el premio debía ser para este servidor, como efectivamente fue al final.
Luego, en el año 2014, fui invitado como jurado, a otra copa nacional, disputada por reconocidos chefs y sous chefs del patio. En esa ocasión, el sous chef de un reconocido hotel de playa, misteriosamente recibió la visita de su jefe dentro de la cocina de la competencia, en donde sólo podían entrar la prensa y los jurados. Pasado este impass, reuní a todos mis compañeros de la mesa de calificación y pedí descalificar el susodicho cocinero, porque los concursos no deberían estar hechos para que nadie gane por suspicacias ni tracalerías. Esta acción me valió la crítica violenta y de frente de otro colega (casualmente uno de los jurados de aquel concurso en el 2010), que me dijo problemático, que siempre quería buscarle la quinta pata al gato, y que el otro chef pobrecito, no había entrado a ayudar a su discípulo... Para mí, una duda era suficiente para no favorecer al competidor, quien quedó en segundo lugar, después que mi calificación fue de 0.00
Todos estos pensamientos me vienen a la mente un jueves por la noche, después de haberme bajado un muy mal sabor de boca (muy reciente) con dos tragos de ron y coca cola, justamente de un evento lleno de suspicacias, arreglos por debajo de la mesa, mala leche y la práctica de 0 valores, de los cuales curiosamente, se ha hablado mucho este año.
Personalmente, co-organizo y produzco un concurso, que muchos ya conocen: Super Chef Panamá... y en este concurso, la mesa de jurados, suma, resta, divide y multiplica a la vista de todos los involucrados en producción, y de allí sale, de la forma más transparente, el resultado de cada programa... y no me imagino que pueda ser diferente.
Recuerden que la vida misma se encarga de ponerlos en un altar o en el fondo de un basurero... elijan bien sus acciones y sean coherentes con lo que predican y con la responsabilidad profesional que se les brinda.
Fin de la catarsis! Gracias a los que llegaron hasta el final! Saludos!!!!