18 julio 2018
Sin embargo, están surgiendo un número cada vez mayor de situaciones en las cuales el ROI no puede, y no debe, ser utilizado como el único factor determinante. Esto puede parecer contradictorio y extraño, según comenta Jamshid Vayghan en un artículo publicado por la revista Forbes en noviembre pasado, quién además profundiza y nos da ejemplos más específicos.
La complacencia conduce a la vulnerabilidad
El primer ejemplo es el de un minorista que tiene un sitio web de comercio electrónico. El sitio se desarrolló y desplegó rápidamente para que el minorista no se quedara atrás de la competencia, fue creado por un equipo de desarrollo que carecía de experiencia real y necesitaba ahorrar dinero en el proyecto. Lo más probable es que el sitio web no tenga una arquitectura de seguridad sólida y confiable. Todos hemos visto lo que sucede con el negocio de un minorista cuando los hackers obtienen acceso a sus datos.
En este caso, la decisión de reconstruir el sitio web para fortalecer su seguridad no puede ser evaluada solo por el ROI y es prioritario identificar la consecuencia de la inacción. No hacer nada podría ocasionar el pirateo del sitio web del minorista y generar un impacto negativo a corto, mediano y largo plazo en su reputación y en los negocios futuros. Por lo tanto el alto costo de la inacción, en lugar del ROI, debería tener una profunda influencia en la decisión. Luego, después de que decidamos fortalecer la seguridad del sitio web de comercio electrónico, podemos usar el ROI para determinar las mejores alternativas para la implementación.
La inacción es un paso atrás
La misma línea de razonamiento podría utilizarse para decidir la necesidad incorporar tecnologías propias de la era digital. Un ejemplo claro es, cuando los dispositivos móviles se han convertido en un canal normal para los bancos comerciales, los clientes pueden decidir no hacer negocios con una institución que no proporciona un canal móvil. La decisión de introducir o no esta capacidad de banca móvil no puede depender completamente del ROI porque, en este caso, el costo de la inacción puede ser la pérdida de clientes y la dificultad de atraer nuevos para hacer crecer el negocio.
Usted se queda atrás mientras los competidores avanzan
El tercer ejemplo plantea un escenario diferente y es cuando las empresas en una industria específica digitaliza sus procesos y operaciones. La pregunta para los líderes se convierte en cómo diferenciar su organización de la competencia. Una respuesta posible podría ser incorporar capacidades cognitivas y de Inteligencia Artificial, incluido el aprendizaje automático y la comprensión del lenguaje natural, en sus procesos y operaciones. Una decisión sobre esta inversión podría ser difícil de justificar basándose únicamente en el ROI porque se desconoce el impacto inmediato en el resultado comercial. Pero la falta de acción o la demora en la acción podrían permitir a otra empresa posicionarse como líder de la industria, un resultado obviamente inaceptable.
Los anteriores ejemplos no le restan valor a usar el ROI para la toma de decisiones de inversión en tecnología y transformación digital, pero si pretenden poner de manifiesto la necesidad de asumir riesgos en una época de cambios vertiginosos y aquel que mejor preparado y adaptado esté será el que sobreviva.