Si bien es una recomendación recurrente desde el comienzo de la pandemia, un estudio científico concluyó que mantener 2 metros de distancia entre las personas sería lo mejor para evitar el contagio. Asimismo, demostró que usar mascarillas e incluso lentes protectores es útil para disminuir el riesgo.
05 junio 2020 |
Un grupo de científicos de la Universidad McMaster de Ontario, Canadá, se puso como objetivo realizar un "repaso sistemático y un meta-análisis" de cómo influyen el distanciamiento físico, las mascarillas e incluso los protectores oculares a la hora de dificultar la propagación de enfermedades como el COVID-19 o el SARS.
Para lograrlo, los investigadores analizaron 172 estudios observacionales hechos en 16 países de seis continentes, con datos cerrados al 3 de mayo de 2020. Tras analizar los números, comprobaron que la transmisión de los virus efectivamente es más difícil a medida que aumenta la distancia entre los individuos.
"Una distancia física de más de 1 metro probablemente resulte en una gran reducción en la infección por el virus", señala el estudio, consignando que por cada metro adicional de distancia el efecto protector puede duplicarse.
El análisis de los datos también llevó a los científicos a señalar que el uso de mascarillas médicas o quirúrgicas "puede resultar en una gran reducción de la infección". La protección es mucho mayor cuando se trata de las mascarillas N95. El estudio también demuestra que el uso de lentes también es importante para evitar el contagio a través de los ojos.
"Los hallazgos del repaso sistemático de los 172 estudios de COVID-19, SARS y MERS proporciona la mejor evidencia disponible de que las actuales políticas de mantener al menos un metro de distanciamiento físico están asociadas con una gran reducción de la infección", señalan los investigadores.
A partir de sus conclusiones, incluso aseguran que "distancias de 2 metros pueden ser más efectivas" para reducir todavía más el riesgo.
Los científicos aclaran que, de todos modos, ni el distanciamiento ni el uso de mascarillas o lentes garantizan una completa protección contra el virus, por lo que los investigadores recomiendan no abandonar otras medidas como el lavado de manos.
Derek Chu, investigador que encabezó el proyecto, apuntó que "hay una necesidad urgente para todos los prestadores médicos y no médicos de hacer equitativo el acceso de estas simples medidas de protección personal, lo que significa aumentar la producción a escala y considerar la reutilización de manufacturas".
Las conclusiones del estudio encuentran un buen complemento en una reciente investigación liderada por Catherine M. Clase, integrante del departamento de Medicina de la Universidad McMaster. La investigación apunta a demostrar que las mascarillas no médicas —generalmente fabricadas en tela— también son una ayuda para evitar infectarse con COVID-19. El estudio, publicado a fines de mayo en la revista Annals of Internal Medicine, reconoce que este tipo de mascarillas no detienen a los viriones (partículas del virus) aislados pero permiten detener muchas de las partículas que se dispersan en el aire al hablar, comer, toser o estornudar.
"Toda partícula del virus retenida en la mascarilla no está disponible para circular en el aire como aerosol o caer en una superficie de la que pueda ser tomada a través del tacto", sintetiza el estudio.
De todos modos, experimentos hechos en el marco del estudio dan cuenta de que capas de diferentes tipos de algodón tuvieron una eficiencia de entre 43% y 94%. Las mascarillas médicas, en tanto, se mantuvieron entre 98% y 99% de eficiencia.
La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia, según la definición presentada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su constitución aprobada en 1948.
Este concepto se amplía a: "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades." En la salud, como en la enfermedad, existen diversos grados de afectación y no debería ser tratada como una variable dicotómica.
Así, se reformularía de la siguiente manera: "La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”. También puede definirse como el nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como a nivel macro (social). En 1992 un investigador amplió la definición de la OMS, al agregar: "y en armonía con el medio ambiente".
Por ello desde Panama On queremos crear este espacio de divulgación cinetífica y que sirva para estar informados con los avances y estudios que se producen a nivel mundial.