En los ratones con alzhéimer, el aumento del miedo a la novedad y las conductas de ansiedad agravan los síntomas conductuales y psicológicos de la demencia. En este modelo animal de la enfermedad, la cafeína tampoco beneficia el aprendizaje y la memoria, dos aspectos muy influenciados por la ansiedad. El estudio ha sido publicado en Frontiers in Pharmacology.
04 abril 2018 | Publicado : 03 abr 2018 - 10:31 | Actualizado: 04 abr 2018 - 01:18
Los problemas cognitivos y de memoria caracterizan el alzhéimer, pero esta demencia se identifica también por los síntomas neuropsiquiátricos, bastante presentes ya en las primeras etapas de la patología.
Agrupados bajo el nombre de síntomas conductuales y psicológicos de la demencia (de las siglas en inglés BPSD), comprenden ansiedad, apatía, depresión, alucinaciones, paranoia y síndrome del atardecer, entre otros trastornos, y se manifiestan de manera diferente en cada paciente. Son fuente importante de sufrimiento para los enfermos y las personas que los cuidan.
Por otro lado, la cafeína ha sido propuesta como un agente cognitivo beneficioso, tanto en la enfermedad de Alzheimer como en el envejecimiento normal, por su acción en el bloqueo de unas moléculas –receptores de adenosina– que provocan disfunciones y enfermedades en la vejez.
La cafeína altera el comportamiento de los ratones sanos y empeora los síntomas neuropsiquiátricos en los animales con alzhéimer
Aun así, hay estudios que sugieren que puede ejercer el efecto contrario una vez desarrollados los síntomas cognitivos y los BPSD. Para averiguar estas cuestiones, el estudio se ha llevado a cabo en ratones de envejecimiento normal y en modelos de alzhéimer familiar.
“Estos ratones desarrollan la enfermedad de manera muy parecida a los humanos afectados por esta forma patológica temprana y presentan no solo los típicos problemas cognitivos, sino también los BPSD. Por eso, son un modelo válido para comprobar si los beneficios de la cafeína son capaces de compensarlos”, explica Raquel Baeta-Corral, primera autora de la investigación.
“Previamente ya demostramos la importancia de unos de los receptores de la adenosina, la A1, como responsable de algunos de los efectos adversos de la cafeína. Ahora, hemos administrado una dosis baja de esta sustancia (0,3 mg/ml), equivalente al consumo de tres tazas diarias en humanos, para responder una cuestión que es relevante para los afectados y también para la población que envejece sin la enfermedad y que llevaría años resolver al tener que esperar hasta que los pacientes fueran mayores”, señala Björn Johansson, investigador y médico del Hospital Universitario del KI.
El estudio se realizó desde los estadios iniciales de la enfermedad hasta las fases más avanzadas, así como a las mismas edades en los ratones sanos. Los resultados indican que la cafeína altera el comportamiento de los animales sanos y empeora los síntomas neuropsiquiátricos en los que sufren alzhéimer.
Los investigadores han hallado que influye significativamente en la mayoría de variables estudiadas, especialmente en las relacionadas con el miedo a la novedad –neofobia–, las conductas asociadas a la ansiedad y la capacidad de adaptación frente a emociones y situaciones diversas.
Potenciales tratamientos derivados de la cafeína
En los ratones con la enfermedad, el aumento de la neofobia y las conductas de ansiedad agravan los BPSD. La cafeína tampoco les beneficia en el aprendizaje y la memoria, al ser dos aspectos muy influenciados por la ansiedad.
“La observación de estos efectos adversos, junto con evidencias clínicas previas, sugieren que la intensificación de los BPSD pueden interferir parcialmente con los efectos cognitivos beneficiosos de la cafeína. Son resultados relevantes cuando se está proponiendo el desarrollo de potenciales tratamientos derivados de esta sustancia para la demencia”, indica Lydia Giménez-Llort, investigadora del departamento de Psiquiatría y de Medicina Legal de la UAB y coordinadora del estudio.
La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia, según la definición presentada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su constitución aprobada en 1948.
Este concepto se amplía a: "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades." En la salud, como en la enfermedad, existen diversos grados de afectación y no debería ser tratada como una variable dicotómica.
Así, se reformularía de la siguiente manera: "La salud es un estado de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento, y no sólo la ausencia de afecciones o enfermedades”. También puede definirse como el nivel de eficacia funcional o metabólica de un organismo tanto a nivel micro (celular) como a nivel macro (social). En 1992 un investigador amplió la definición de la OMS, al agregar: "y en armonía con el medio ambiente".
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