Durante los últimos 50 años, desde 1972, Panamá ha perdido casi el 50% de sus manglares, principalmente debido a la expansión urbana y la conversión de manglares en tierras agrícolas.
02 noviembre 2021 |
Los manglares cerca del corregimiento de Juan Díaz son uno de los muchos bosques de manglares que se encuentran a lo largo de las costas de Golfo de Panamá desde Los Santos hasta la provincia de Darién.
Los manglares tienen la capacidad única, entre otras especies de plantas, de tolerar el agua salada de los océanos. Las especies de mangle más comunes en la Bahía de Panamá, incluidas las de Juan Díaz, son: el mangle negro (Avicennia germinans), el mangle rojo (Rhizophora mangle), el mangle piñuelo (Pelliciera rhizophorae) y el mangle salado (Avicennia bicolor). Cada especie tiene una combinación única de características, incluyendo; la tolerancia a la sal, las inundaciones, los sedimentos y la sequía, la dispersión de sus semillas en el agua (hidrocoría), además de la capacidad de colonizar nuevas áreas costeras donde hay sedimentos finos, frescos e inestables.
urante los últimos 50 años, desde 1972, Panamá ha perdido casi el 50% de sus manglares, principalmente debido a la expansión urbana y la conversión de manglares en tierras agrícolas. Muy recientemente, se ha dado a conocer una nueva amenaza: la sequía severa. Durante el 2015-16, Panamá experimentó una de las sequías más severas de su historia. Los datos de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI por sus siglas en inglés) muestran que las precipitaciones durante este período estuvieron un 26% por debajo del promedio. La sequía fue el resultado de uno de los eventos de El Niño más severos en la historia moderna. Al mismo tiempo, los primeros reportes comenzaron a aflorar; una misteriosa pérdida de hojas fue observada en los manglares frente a los corregimientos de Panamá Viejo y Juan Díaz.
Los primeros reportes de defoliación de manglares fueron hechos por el Patronato Panamá Viejo e investigadores de la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) a fines del 2015. La noticia del fenómeno se extendió rápidamente a la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá (SENACYT), STRI y a la Universidad de Panamá (UP). Se realizaron varias reuniones y el resultado fue un proyecto para monitorear el área, financiado por SENACYT, denominado: “Estudio y Monitoreo de los Manglares de la Bahía de Panamá”. Entre el 2016 y 2019, este proyecto involucró un consorcio único de investigadores nacionales e internacionales que proporcionaron la primera información científica sobre uno de los eventos más grandes de muerte regresiva de manglares jamás documentados en Panamá, y posiblemente en toda la región del Pacīfico oriental.
El proyecto tenía la tarea de responder a tres interrogantes: ¿qué tan generalizada fue la mortalidad, qué tan gravemente se vieron afectados los manglares y qué causó la muerte de los árboles?
Para responder a la primera pregunta, Steven Paton, líder del Programa de Monitoreo Físico de STRI, y Luz Cruz de la SENACYT, organizaron una serie de vuelos fotográficos. Se realizaron un total de cuatro vuelos (uno con el apoyo del Servicio Nacional Aeronaval de Panamá, SENAN) entre noviembre del 2016 y abril del 2018. Durante cada vuelo, Paton tomó cientos de fotografías georreferenciadas y de alta resolución de toda la línea costera entre la Ciudad de Panamá y La Palma en la provincia de Darién. Una composición de varias de estas imágenes muestra cuán gravemente se había visto afectado el manglar de Juan Díaz a fines del 2016.
Las fografías de estos vuelos revelaron varias cosas. Primero, los manglares más afectados fueron los más cercanos a la ciudad de Panamá, desde el barrio de Costa del Este hasta aproximadamente 10km al oeste del aeropuerto de Tocumen, así como una segunda zona aún más grande junto al Río Maestra en la provincia de Darién. Las estimaciones iniciales mostraron que, en algunas zonas, las tasas de mortalidad llegaban al 80%. Las fotografías con drones tomadas por el Dr. Alexis Baules, profesor de la UTP, proporcionaron una confirmación adicional de las observaciones de Paton.
Para investigar qué tan gravemente han sido afectados los manglares y porqué, investigadores del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (INDICASAT-AIP), la UTP, UP, Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo (PNUD), el TOTH Research Lab y el Smithsonian, con el invaluable apoyo de SENACYT, Ciudad del Saber y CENAMEP-AIP, estudiaron los manglares cercanos a la ciudad, así como el manglar cerca del Rió Maestra durante los 2 ½ años de duración del programa. Un informe final fue publicado y presentado al Ministerio de Ambiente de Panamá en el 2019.
En ese informe, los investigadores concluyeron que, contrariamente a la creencia popular en ese momento, los estudios del Dr. Alonso Santos Murgas de la Universidad Panamá mostraron, casi con certeza, que los manglares no habían muerto por causa de insectos, ni la extinción estaba directamente relacionada a los impactos humanos como la contaminación y las altas tasas de sedimentación. En cambio, los investigadores plantearon la hipótesis de que la sequía prolongada impulsada por El Niño probablemente había sido la causa principal y que la mayoría de los árboles muertos pertenecían a una sola especie, Avicennia germinans, una de las especies de manglares de más rápido crecimiento, pero también sensible a la sequía, en la región.
En el 2020, se inició un nuevo proyecto de manglares con el objetivo de continuar la investigación sobre las causas específicas de la extinción de estos; particularmente ¿por qué tantos árboles de la misma especie murieron, mientras que otros no? Este proyecto está financiado por el banco francés PARIBAS y es parte de un gran proyecto de investigación internacional conocido como Coastal and marine biodiversity resilience to extreme events in Central America and the Caribbean (CORESCAM) cuyo objetivo es estudiar cómo los ecosistemas costeros como los manglares, los arrecifes de coral y los pastos marinos responden a impactos importantes como huracanes, sequías e inundaciones.
Además de su agenda de investigación principal, López y Paton también esperan documentar la eventual recuperación de los manglares, ya que están muy contentos de informar que finalmente ha iniciado. Por primera vez desde que murieron tantos manglares entre el 2015-16, pueden informar que algunas áreas que se habían llenado en su mayoría con árboles muertos y en descomposición hasta el año pasado, ahora están llenas de miles y miles de nuevas plántulas y árboles jóvenes. Algunos de los árboles jóvenes más grandes han crecido más de dos metros en menos de dos años. Un vuelo fotográfico aéreo en marzo de este año financiado por la Universidad de McGill como parte de un proyecto denominado Panama Research and Integrated Sustainability Model (PRISM, https://prism.research.mcgill.ca/es/index.html) y en colaboración con el Centro Regional para el Hemisferio Occidental (CREHO), brindó evidencia de que la recuperación de los manglares no se limita solo al área de Juan Díaz. López y Paton están optimistas de que, dada la oportunidad, los manglares lucirán como nuevos en solo unos pocos años más.
López y Paton actualmente están trabajando arduamente para asegurar fondos adicionales para monitorear y documentar este evento único en la vida: la recuperación de un manglar después de una muerte masiva. Esta nueva investigación será importante, no solo para comprender la recuperación actual de los manglares de Juan Díaz, sino también para comprender la muerte regresiva y las recuperaciones futuras que pueden volverse más frecuentes en el futuro como resultado del cambio climático.
Referencia: https://prism.research.mcgill.ca/
Nuestra Visión
Si se los compara con otros biomas, los humedales hacen una contribución significativamente alta a la biodiversidad mundial. Sin embargo, la tasa de pérdida y deterioro de los humedales se está acelerando en muchas regiones del mundo. Las acciones para la conservación y uso racional de los humedales pueden hacer una contribución significativa a la conservación de la biodiversidad, al desarrollo sostenible y la mitigación de la pobreza, mediante la salvaguarda de las especies que dependen de los humedales, de recursos hídricos de mucho valor, y de otros productos y servicios de los humedales.
Creemos que el bienestar espiritual, físico, cultural y económico de la gente depende de la salvaguarda y restauración de los humedales a nivel mundial. Consideramos que se le debe otorgar una mayor preeminencia a su conservación y uso racional como una contribución al desarrollo sostenible. Son necesarias una mejor gobernanza y acciones concertadas por parte de todos los sectores sociales, desde el nivel mundial al local, para mantener los humedales y su variedad de valores y servicios, para las generaciones presentes y futuras.
Nuestra visión a largo plazo es que los humedales y los recursos hídricos se conservan y gestionan teniendo en cuenta toda la gama de sus valores y servicios, para beneficio de la biodiversidad y del bienestar humano.
Valores básicos
En el trabajo a través de todas nuestras oficinas y con nuestros asociados mantenemos los siguientes valores básicos:
Nuestro trabajo tiene validez a nivel mundial
Nuestro trabajo tiene sólidas bases científicas e incorpora el conocimiento tradicional
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Respetamos los valores tradicionales
Trabajamos de manera transparente y rendimos cuenta de lo que hacemos.
Julio Montes de Oca, Jefe de la Oficina Regional en Panamá