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Salvar los manglares en Chame es una tarea impostergable

La vida en los manglares de Chame transcurre entre humo , fango y leños. Cientos de chameros a lo largo de la cinta de manglar, que bordea la Bahía de Chame trabajan en la producción de carbón, un oficio tradicional y que data de décadas, pero ilegal, actualmente.

27 agosto 2021 |

La Bahía de Chame fue declarada en 2009 como área protegida y la tala de mangle es un delito ambiental tipificado. Pero aun así, se sigue usando como materia prima para la fabricación del apetecido carbón, e incluso, como insumo para la construcción.

Para el ministro de Ambiente, Milciades Concepción, este es un tema no negociable por muchas razones: esta es una zona protegida a la que obligatoriamente se le debe respetar su normativa. “La tala del manglar en una práctica ilegal sancionada penal y administrativamente”, recalcó el premier de ambiente.

Por último, esta actividad afecta la salud de cientos de panameños que se exponen permanentemente a condiciones inhumanas por la calidad del aire que respiran, ya que la producción de carbón implica exposición a temperaturas altas y al humo, lo que genera afectaciones pulmonares, entre otras.

Razones de peso hay para hacer un cambio real en este tema y pasar del uso indiscriminado del manglar a actividades que sean sostenibles, responsables y sin ningún impacto negativo en la salud de la gente y del entorno, sin afectar los ingresos de cientos de familias, muchas de ellas con un registro histórico en esta actividad de cerca de un siglo, según datos de las misma población.

Posición que reafirmó el alto funcionario durante su última visita a las comunidades del Espavé y Sajalices junto a Elmer Caballero, Director de la Policía Ambiental, asegurando que buscar alternativas sostenibles para el sustento de estas poblaciones es una prioridad para su administración.

Soluciones reales a un conflicto que lleva décadas

Desde hace décadas han existido tensiones entre las autoridades del Ministerio de Ambiente y las familias que viven de la explotación del manglar.

Recientemente bajo la actual administración se han realizado operativos  de seguridad dentro del manglar,  en los que han participado unidades de la Policía Ambiental, el Ministerio de Ambiente e incluso la Fiscalía Ambiental,  lo que causado revuelo en estas comunidades.

Para evitar confrontaciones y orientar a la población, el Ministerio de Ambiente abrió un mesa de diálogo con los representantes de los productores de carbón, y de manera paralela se ha abierto una consulta pública en estas comunidades que permitirá conocer en concreto cuántas personas obtienen su sustento del manglar.

Esta evaluación se viene desarrollando desde algunas semanas por un equipo multidisciplinario liderado por la Gobernación de Panamá Oeste y el Ministerio de Ambiente,  y que tendrá incidencia en las comunidades de El Espavé, Sajalices y Monte Oscuro con la participación de trabajadores sociales del Ministerio de Educación, Vivienda, Desarrollo Social y del Consejo Nacional para el desarrollo Sostenible (CONADES)

De acuerdo con Marisol Ayola, directora Regional de MiAMBIENTE en Panamá Oeste, el objetivo  es conocer quiénes realmente viven del manglar a través de un trabajo profundo de intervención socioeconómica, como nunca se había hecho, con el que se espera recoger data variada como:   cuánto conocen estas poblaciones sobre la normativa vigente,  deficiencias, capacidades  e interés real de hacer una reconversión a otras actividades.

La realidad del manglar

Durante la visita de Concepción en la zona de explotación de manglar,  donde saltan a la vista hornos ubicados estratégicamente en en Sajalices y Espavé , el ministro conoció de viva voz de Abdiel Quiróz su condición. “Tengo 40 años trabajando diariamente en la producción de carbón. Tenía 15 años cuando empecé a trabajar aquí (Espavé),  junto a mis hermanos y con esto he mantenido  a mi familia.  He educado a mi único hijo para que no siga en este negocio”, contó.

Quiróz reconoce que ante la falta de oportunidades,  el manglar es la opción, especialmente en medio de  la pandemia que se ha llevado otras opciones como los trabajos en la construcción.

Este es un negocio tradicional que pasa de padre a hijo y justamente, es la espiral  que espera romper el actual ministro de ambiente con alternativas sostenibles que incluyan el uso de tecnología, la transferencia de conocimientos y la reconversión del manglar en un laboratorio de actividades que tengan como atractivo el manglar sin que lo exploten hasta afectar a todo el ecosistema que es importante para garantizar la seguridad de la población ante inundaciones.

Y es que la historia de Abdiel es una radiografía que se repite una y otra vez, familia tras familias,    incluso las mujeres,  también forman parte de los carboneros. Ellas también conocen el negocio y saben manejarse en medio del manglar para sacar lo suficiente para sustentar a sus familias.

Tarea difícil

Para producir carbón, el proceso se inicia desde la tala del mangle, para lo que deben adentrarse en el manglar, transportarlo en bote con la marea alta hasta los espacios  en los que han sido establecidos los  hornos para la quema de los tucos de mangle.

No es una tarea fácil si se toma en cuenta que todo el proceso se realiza bajo condiciones insalubres,   con un aire permanentemente contaminado por el humo que produce el proceso que inicia apilando los tucos en pirámides de madera ya cortados en trozos de diferentes tamaños de adentro hacia afuera. Los más pequeños dentro y los más gruesos hacia afuera hasta cubrir la estructura con paja y luego con arena carbonizada.

Según los conocedores,  el paso más difícil es la prendida del fogón, pues se debe dejar una bara que haga de mechero  en la base de la pirámide.

Una vez encendido,  el horno puede tomar entre 3,  4 o 5 días  para  carbonizar el mangle, que estará  listo cuando el humo de las señales.  Un conocimiento que solo se gana con la práctica.

Cada montículo luego de destapado debe dar entre 60 a 90 sacos de carbón que se vende en sitio a un promedio de B/ 3.50 por unidad.

Pero, los costos de producción son altos:   un bote o panga lleno de mangle  puede tener un costo de hasta 80 dólares, el bulto de paja usado para recubrir los leños es de B/ 1.50 un rubro que puede alcanzar los B/ 40.00.

 A ello se debe sumar la mano de obra,  que incluye un ayudante diario a B/25.00, el costo de la encendida del fogón B/ 10.00, el apagado B/ 10.00  y por último el costo del peón para el llenado de los sacos.

Aún con los altos costos de operación y sobre todo el alto costo en la salud pública y ambiental, los carboneros de Chame no ven otra manera de vivir de su entorno. La tarea de cambiar esta realidad en impostergable.

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