En conmemoración de los 162 años del Incidente de la Tajada de Sandía, Aims McGuinness autor de “Defendiendo al Istmo: las luchas contra los filibusteros en la ciudad de Panamá” dicto en las instalaciones de la Academia Diplomática y Consular Ernesto Castillero Pimentel la Conferencia “El incidente de la Tajada de Sandía y sus Implicaciones Internacionales”.
16 abril 2018 |
McGuinness, Especialista en Historia de Latinoamérica, compartió con los presentes una visión general del Panamá del Siglo XIX y la lección moral que nos dejó el Incidente de la Tajada de Sandía. En palabras del expositor con el incidente ocurrido en 1856 nos damos cuenta de las consecuencias negativas de no respetar la dignidad de los otros seres humanos.
El 15 de abril de 1856 el estadounidense Jack Oliver decide tomar un pedazo de sandía del vendedor José Manuel Luna, pero sin pagar los 5 centavos de dólar que costaba, lo que originó un altercado. Los disturbios se extendieron por tres días, con un saldo final de 16 muertos y 15 heridos por el lado de los estadounidenses, mientras que del lado panameño fueron 2 los fallecidos y 13 los heridos. El incidente es catalogado por muchos como una de las primeras expresiones del nacionalismo panameño.
El evento coordinado entre la Academia Diplomática y Consular y el Comité Organizador para la Conmemoración del Bicentenario del nacimiento de Don Justo Arosemena, busca conectar la labor de Justo Arosemena por defender el derecho y la autodeterminación de los pueblos con los principales hitos de la vida nacional.
El incidente
El 15 de abril de 1856 llegó un buque procedente de California, el estadounidense Jack Oliver, que como un pasajero más, acudió a la calle de La Ciénaga, a un puesto de frutas administrado por José Manuel Luna, oriundo de Parita. Oliver iba con unos compañeros en estado de embriaguez cuando tomó un pedazo o tajada de sandía que estaba a la venta, se la comió y se marchó sin haber pagado por ella. Luna exigió el pago de la tajada que era un real (cinco centésimos), pero Oliver le insultó y le amenazó sacando la pistola que portaba. El vendedor de frutas respondió sacando un puñal, y estuvieron a punto de ir a la pelea cuando uno de los compañeros de Oliver decidió costear la tajada de sandía, calmando a Luna.
No obstante, la situación no acabó cuando un peruano de nombre Miguel Abraham sorprendió a Oliver tomando la pistola y salió huyendo de la escena. Tanto Oliver como sus compañeros salieron en busca del peruano a punta de pistola, dando inicio el tiroteo. Los residentes de la ciudad, viendo la persecución se armaron con machetes y respondieron al tiroteo, dando inicio a una batalla campal entre locales y estadounidenses. Los estadounidenses, superados en número, buscaron refugio en la estación del ferrocarril, que se ubicaba a unos metros del mercado.
Justo cuando se inició la revuelta, llegaba un tren de Colón con 940 pasajeros, entre ellos hombres, mujeres y niños estadounidenses que debían embarcarse ese mismo día a California. Todos buscaron refugio en la estación del ferrocarril.
La policía llegó tarde, a una hora y media de haber iniciado el tiroteo, con la presencia del gobernador interino del Estado Federal, don Francisco de Fábrega. Durante la refriega, Fábrega recibió una bala en la copa de su sombrero y uno de sus acompañantes quedó herido. Dado que era de noche, el jefe de Estado dedujo que los tiros provenían de la estación, por lo que ordenó a la policía ocuparla.
Los estadounidenses, ignorantes de la situación, comenzaron a disparar a la policía de la ciudad y éste les contestó. Los estadounidenses siguieron resistiendo con unos 50 o 60 revólveres y carabinas, pero la policía y los pobladores panameños lograron entrar a la estación donde siguió la lucha. El saldo fue de 16 muertos y 15 heridos estadounidenses y 13 heridos y 2 muertos entre los locales. La mercadería dentro de la estación fue destruida y saqueada por el tumulto.
Los informes de los Gobiernos de Estados Unidos y Nueva Granada fueron contradictorios ya que ambos se acusaron mutuamente, sin embargo, Estados Unidos negó tajantemente los testimonios oficiales de los cónsules en Panamá del Reino Unido, Francia y Ecuador, quienes acusaron a los estadounidenses de agresores y decían que la policía local era inocente de los cargos que le imputaba el Gobierno estadounidense de haberse puesto de parte de los istmeños.
De acuerdo con el informe oficial de Amos B. Corwine, comisionado especial designado por el Gobierno estadounidense, con fecha del 18 de julio de 1856, decía que la población «de color» (negra) tomó como pretexto la disputa para asaltar a los estadounidenses, y saquear sus propiedades, que la policía y la turba habían planeado el asalto a la estación del ferrocarril y llegaba a la conclusión de que el Gobierno de Nueva Granada era incapaz de mantener el orden y suministrar protección adecuada para el tránsito y recomendaba la ocupación inmediata del istmo a menos que Nueva Granada los convenciera de su competencia e inclinación para suministrar adecuada protección y una rápida indemnización.
Consecuencias
El 18 de julio de 1856, el comisionado estadounidense, Amos Corwine, recomendó en su informe «la ocupación inmediata del istmo de océano a océano por Estados Unidos a menos que Nueva Granada nos convenza de su competencia e inclinación para suministrar adecuada protección y una rápida indemnización». Esto dio lugar a una serie de controversias diplomáticas. Obviamente, las autoridades estadounidenses atendieron este informe y en septiembre de 1856 las tropas estadounidenses desembarcaron en el istmo y tomaron la estación del ferrocarril.
El 19 de septiembre de 1856, desembarcó un destacamento de 160 soldados y tomó posesión de la estación de ferrocarril. La ciudad se mantuvo en calma y tres días más tarde, las tropas se retiraron sin haber hecho ni un solo disparo. Esta breve ocupación, el primer caso de intervención armada en el istmo, estaba justificada según el Gobierno estadounidense por la cláusula del tratado de 1846, mediante la cual, los Estados Unidos garantizaba la neutralidad del istmo, para que el tránsito no se interrumpiera o se estorbara. Aunque siempre se ha relacionado esta invasión al incidente de la Tajada de Sandía, lo cierto es que se dio a solicitud de Francisco de Fábrega, vicegobernador del Istmo, para evitar un conflicto armado entre miembros de los partidos Conservador y Liberal. Estos acusaban a aquellos de fraude en las elecciones del 29 de junio de ese año, y temiendo una revuelta liberal del arrabal que repitiese los eventos de abril, el vicegobernador Fábrega decidió pedir la intervención para calmar los ánimos y declarar así una victoria conservadora. Por lo tanto, el incidente de la Tajada de Sandía se puede considerar como un antecedente, pero no una causa directa de la invasión estadounidense de septiembre de 1856.
El Gobierno de Estados Unidos hizo las siguientes propuestas:
Que las ciudades de Panamá y Colón debían ser ciudades libres y que se gobernaran por sí mismas bajo la soberanía de Nueva Granada, y conjuntamente controlaran una franja de veinte millas de ancho de océano a océano, con el ferrocarril como línea central.
Nueva Granada debía ceder a los Estados Unidos varias islas en la bahía de Panamá para usarlas como bases navales.
Nueva Granada debía transferir a los Estados Unidos sus derechos sobre el Ferrocarril transístmico.
Nueva Granada debía pagar una indemnización de perjuicios por la pérdida de vidas y la destrucción de propiedades.
Finalmente el Gobierno granadino aceptó su culpabilidad y firmó el tratado Herrán-Cass, el 10 de septiembre de 1857 y estableció una suma resarcitoria de 412 394 dólares estadounidenses en oro para los damnificados, que fueron integrados recién en 1865:
195 410 dólares por indemnizaciones derivadas del motín.
65 070 dólares por nuevos reclamos.
9277 dólares por gastos de los comisionados.
142 637 dólares por intereses.
Pero no fue solo Estados Unidos quién exigió indemnizaciones, también lo hicieron Francia y el Reino Unido, cuyos ciudadanos en el lugar se vieron afectados.
A su vez, Estados Unidos utilizó este incidente como excusa para poner el práctica el artículo 35 del tratado Mallarino-Bidlack, es decir su prerrogativa de salvaguardar la neutralidad y el libre tránsito en Panamá, utilizando para ello sus fuerzas armadas cuando, a su criterio, el Gobierno local no diera la seguridad necesaria, lo que motivó una serie de intervenciones estadounidenses en el istmo durante el siglo XIX y XX, lo que a la postre exacerbó la xenofobia y el sentimiento nacionalista de los panameños.