Las comidas que consumimos en la infancia también crean recuerdos "emocionalmente potentes", los cuales son posteriormente evocados justamente a través del sabor. Este peso emocional asociado con un alimento también puede hacer que su sabor nos guste más que otros.
Las memorias relacionadas con el sabor que se crean en la infancia dejan una impresión duradera en nuestras preferencias alimentarias a lo largo de la vida. Esto no significa, sin embargo, que el proceso de aprender a disfrutar de sabores nuevos no continúe durante la edad adulta.
"No me parece que esta ventana [de oportunidad para ampliar el paladar] se cierre", considera Mennella, quien pone de relieve que "todos podemos aprender a disfrutar de nuevos alimentos".
Sin embargo, los malos recuerdos asociados con ciertos alimentos pueden ser difíciles de superar, según la especialista. Un episodio intenso de intoxicación alimentaria, por ejemplo, puede hacer que una persona se sienta mal ante el mero pensamiento de la comida que le hizo daño.
La edad
Otro factor que puede tener un impacto importante en nuestras preferencias alimentarias es nuestra edad.
"Nuestros gustos pueden cambiar a medida que envejecemos debido a cambios en nuestra capacidad para sentir sabores y olores", apunta LS.
En la juventud, el gusto y el olfato son más agudos, por lo que los sabores se sienten de manera más intensa. Las disminuciones en las capacidades de sentir los gustos y olores puede cambiar las preferencias alimentarias de las personas en la vejez.
No es raro que las personas mayores pasen a comer menos por no sentir tan bien el gusto de las cosas. Por otro lado, es posible que les empiecen a gustar alimentos con sabores más pronunciados, como manera de compensar la pérdida parcial de los sentidos. Por esta razón, el consumo de alimentos superdulces y salados tiende a aumentar en la vejez.
Otras características de los alimentos, como su apariencia visual, textura y lo convenientes que son para prepararlos y comerlos, también pueden influir en las preferencias alimentarias de las personas, concluye LS.