Los antecedentes de esta frase popular vienen de una larga data, ya que aparecen referencias en los tratados hipocráticos y en la medicina tradicional china de que las dolencias reumáticas empeoran a causa del frío o el viento.
Según publica The Conversation, la explicación podría estar en la presión atmosférica baja ya que en las épocas del año más frías y húmedas puede empeorar los síntomas de estas dolencias induciendo dilataciones y contracciones en los tejidos que forman parte o rodean a las articulaciones ocasionando dolor que responde no solo a estímulos mecánicos, sino también térmicos.
El frío hace que el líquido sinovial, que lubrica las articulaciones, sea menos fluido y en consecuencia contribuye a una mayor rigidez.
Son varios los estudios científicos que han analizado la relación entre la meteorología y los dolores del sistema osteoarticular. Uno de los más antiguos, de 1948, concluyó que un ambiente seco y caluroso mejoraba los síntomas dolorosos de este tipo de dolencias.
Sin embargo, la psicología y el estado de ánimo también tienen un papel no menos importante al respecto, ya que algunas investigaciones que sugieren que esto puede influir en la intensidad o frecuencia con que percibimos el dolor. El buen humor aumentaría la resistencia del organismo a ciertos síntomas, mientras que el mal humor aumenta la sensibilidad a los síntomas dolorosos y desagradables.
Si bien no se ha estudiado a fondo la relación entre el dolor de huesos o articulaciones con los cambios meteorológicos, parece que la frase popular tiene algo de cierto.