Aunque el origen de este fruto está en otro continente, el tamarindo se ha adaptado tan bien a las tierras de América Latina que sus cultivos se extendieron por varias zonas tropicales a lo largo de la región.
No todos saben que es una fuente rica en vitaminas de los grupos B, C y E, además contiene calcio, fósforo, potasio, zinc y magnesio. Sus propiedades laxantes, diuréticas, antisépticas, astringentes y antipiréticas le han otorgado al tamarindo una gran popularidad en el campo de la medicina natural donde a las hojas, raíces, ramas, semillas y al fruto se le da especial uso en remedios para enfermedades como: asma, fiebre, hígado, problemas digestivos y hasta intoxicación alcohólica.
Según el sitio Healthline, el agua de la pulpa pastosa y agridulce del tamarindo es habitualmente usado para tratar el estreñimiento, la diarrea, la fiebre y las úlceras pépticas. Mientras que la corteza y las hojas también son utilizadas para favorecer la curación de heridas.
Los polifenoles del fruto tienen propiedades antioxidantes y antinflamatorias, por eso pueden proteger contra enfermedades como las cardiopatías, el cáncer y la diabetes. Además, el extracto de la semilla también puede ayudar a reducir el azúcar en la sangre, mientras que el extracto de la pulpa puede ayudar a perder peso corporal y a revertir la enfermedad del hígado graso.
La forma más saludable de consumir tamarindo es cruda o cocinada como un ingrediente en las comidas, no es recomendable comprarla en forma de dulces o jarabes ya que podrían contener altos niveles de plomo que pueden causar daño a los riñones.